miércoles, 10 de diciembre de 2008

Más sobre la Taxonomía de Barret

(Doy respuesta, desde este blog, a unas preguntas que me hicieron desde otro, del cual me he desligado hace buen tiempo)


Estuve revisando sobre los niveles de comprensiòn lectora y algunos autores hablan de la taxonomìa de barret, a la que aludes. lo que no encuentro es sobre esta taxonomìa. por qué se llama barret. si es el nombre de una persona o qué. me gustaria contar con la fuente directa sobre el tema. saludos y éxitos (JOAQUÍN)


Me gustaria saber donde encuentro libros sobre la comprension lectora según barret que me parece interensante. (JESSICA)


hola, estuve leyendo tu trabajo y me pareció muy interesante. Me gustaria profundizar el tema, para mejorar la comprensión en mis estudiante con esta metodología, te agradecería me regales bibliografia al respecto para documentarme. (NADIA)


Estoy realizando mi Tesis en comprensión lectora, teniendo como referente la Taxonomía de barret. Me gustaría que me apoyaras con material y bibliografía del tema. (ALEJANDRINA)


(sobre el tema: http://mundomagico.obolog.com/taxonomia-barret-75570)


La bibliografía original está en inglés y es un libro que me ha sido difícil conseguir -por el momento-, pero he encontrado información en el libro "La lectura: teoría, evaluación y desarrollo" de Mabel Condemarín y Felipe Alliende, Editorial Andrés Bello, 1993, Chile


Al igual que ustedes, pienso que a través de su taxonomía podemos hacer una evaluación más objetiva sobre el nivel de comprensión que puede tener un alumno ya que no solo va dirigido al tipo de preguntas extractivas como son las literales y hasta las inferenciales básicas. A través de las preguntas podemos evaluar la capacidad analítica, reflexiva y crítica del alumnado lo cual no siempre tiene una respuesta exacta porque dependerá de la percepción que tenga el evaluado y, también, le permitirá responder libremente haciendo uso de su derecho personal de enfocar los temas lo cual es una forma de fomentar la democracia de respetar las ideas que mis compañeros puedan decir.

Se me ocurre un ejemplo:


"Eran las tres de mañana y Robert salió a toda velocidad en su Ferrari rojo; al parecer no llevaba nada. Las calles estaban desiertas y una ligera lluvia se hacía sentir"


Lo extractivo o literal estaría en relación a:


¿A qué hora salió?
¿Cuál era el nombre del personaje?, etc.


Lo inferencial podría ser:


¿Crees que Robert estaba apurado?, ¿por qué?
¿A qué nivel socio-económico pertenecería Robert?


Lo analítico, reflexivo, crítico podrían ser:


¿A dónde cres que se dirigía Robert?
¿Cuál sería la edad promedio de Robert?
Si tuvieras un Ferrari, ¿qué harías?
¿Hizo bien al salir a esa hora?, ¿por qué?
¿Es bueno ir a mucha velocidad?


Como verán las preguntas del último grupo requieren de un mayor análisis y no solo puede haber una respuesta, sino varias; las cuales dependerán de la argumentación coherente que realice el alumno. Por ejemplo, si frente a la pregunta: ¿A dónde crees que se dirigía Robert?, (tengamos presente que la marca del auto nos habla de su estatus socio-económico; el color rojo, de su juventud, y se dice que no llevaba bolsas o maletas), no podrían ser respuestas:


"Iba al hospital porque se sentía mal", "a su trabajo", "a una fiesta", "a comprar algo para comer o tomar".


Podría ser una respuesta tentativa: "Iba al aeropuerto a recoger a alguien de su familia", y la lógica nos dice que ello es posible por la frecuencia de los vuelos, sin embargo, si decía "Iba al aeropuerto porque se iba de viaje", ya no tendría la misma fuerza coherente, porque uno de los datos que me da el texto es que Albert no llevaba equipaje alguno. Sin embargo, no podemos, tampoco encasillarnos a una sola respuesta porque la imaginación y genialidad de los alumnos nos pueden sorprender más de una vez.


De allí la importancia de la evaluación de la lectura a través del modelo Taxónomico de Barret que nos da la posibilidad de evaluar el nivel de comprensión del alumno desde varias dimensiones y no solo a través de preguntas literales que se realizan casi de manera mecánica. Tener alumnos reflexivos, analíticos, críticos dependerá de nosotros en la medida que nuestras actividades académicas desarrollen estas capacidades.



Gracias por leer


Manuel

sábado, 6 de diciembre de 2008

Señor: Su hijo no sabe leer...

Era la segunda vez que en el cuaderno de control de Andrés, la profesora de Comunicación escribía lo siguiente: "Sr. Padre de Familia: Su hijo no sabe leer, necesita practicar. Ayúdenlo en casa".

Don Camilo, padre de Andrés, leyó y releyó el mensaje ,angustiado, unas cinco veces y aún parecía que no comprendía lo que la profesora le había escrito. Recordó muchas de las cosas que había hecho para que su hijo desarrolle el gusto por la lectura y ahora esta noticia le resultaba "no creíble". No podía ser, algo estaba mal, porque su hijo que había cumplido 8 años era un lector potencial.

Entre las cosas que don Camilo había hecho deliberadamente para que Andrés se convierta en un gran lector estaban:

1. Le contaba casi todos los cuentos clásicos, adaptándolos para la edad de su hijo.
2. Cuando ya no hubo más cuentos conocidos, se había dedicado a inventarle uno tras otro. El mismo se sorprendía de la fluidez para crear historias de animalitos, hadas, doncellas, brujas, príncipes. Veía con sumo placer cómo Andresito disfrutaba de cada historia.
3. Invertía grandes sumas de dinero en la compra de libros infantiles especialmente hechos para niños de dos a cinco años, cada semana adquiría uno o dos textos de alguna colección de literatura infantil editada por los periódicos locales.
4. Lo llevaba a la sección de literatura infantil de los supermercados, de las ferias nacionales e internacionales del libro, y le había construido una biblioteca exclusiva (en forma de una cabaña) para sus libros y otros juguetes.
5. Él, personalmente, se ponía a leer delante de su hijo y de manera exagerada se reía o hacía comentarios positivos sobre el libro que tenía en la mano, todo con la intención de que su hijo lo observase.
6. Él inventaba un cuento y Andrés inventaba otro; al final, los cuentos de Andrés eran más originales.
7. Lo había llevado a muchas bibliotecas, tan solo para que vea la cantidad de gente que leía. Le pedía a los bibliotecarios que le permitan pasar por los pasadizos llenos de libros codificados; algunas veces no se lo permitieron. En una ocasión lo llevó a una imprenta donde se compaginaba un libro escolar.
8. Cuando Andrés aprendió a leer, ambos se turnaban para leer un texto, luego comentaban la historia y terminaban en una chacota.
9. Todas las películas infantiles que Andrés veía, siempre estaban subtituladas al español. Así tendría la oportunidad de leer pues la motivación en un filme para niños es intrínseco.


Había invertido dinero, tiempo y dedicación en la formación lectora de su hijo y ahora la profesora de Comunicación le escribía diciéndole que su hijo no sabía leer. Don Camilo decidió ir al colegio de Andrés para despertar de esta pesadilla que no se atrevía a aceptar.

Al día siguiente, muy temprano, don Camilo y Andrés se dirigieron al colegio. Era viernes y había formación general; Andrés se despidió de su padre y se dirigió al enorme patio donde se encontraban algunos de sus compañeros.

Don Camilo se dirigió a la sala de profesores, con el cuaderno de control en la mano, y en el camino se encontró con la profesora de Comunicación. La saludó seriamente y le dijo que venía por la nota que le había escrito. Don Camilo era un tipo alegre, carismático, hiperactivo y educado, sin embargo, aquella mañana, su rostro decía todo lo contrario. Parecía una fiera que estaba dispuesta a todo con tal de proteger a su cachorro. Respiró lentamente, pues, él mismo no se reconocía; volvió a respirar y trató de controlarse porque no había ido a un campo de batalla, sino a conversar sobre la nota que, en verdad, sí le angustiaba.

- Profesora, ayer el leído esta nota en el cuaderno de control de mi hijo y quisiera que me explique qué es lo que quiere decir.-habló seriamente don Camilo.

La profesora, acostumbrada a ver las reacciones y gestos en los rostros de sus alumnos, se dio cuenta de que esta conversación no iba a ser una de las tantas que tenía con otros padres; también respiró lentamente y habló:

- Efectivamente, señor Benítez, he podido observar que su hijo aún no sabe leer correctamente y usted debe saber que es importante que los niños dominen la lectura desde los primeros grados. Por eso le escribí y espero contar con el apoyo de usted para que Andrés aprenda a leer correctamente.

Don Camilo la miraba atentamente, sin embargo, cuando escuchó la última parte sintió como si una descarga eléctrica le sacudía de pies a cabeza. Era un golpe bajo a tantas cosas que había hecho a fin de que su hijo adquiera el gusto por la lectura. No tuvo tiempo para respirar y contestó:

- ¡Usted quiere decir que mi hijo no comprende lo que lee!

- No, no -dijo la profesora- Andrés es el mejor alumno en compresión de textos, es el más rápido y es el que más participa cuando hacemos las lecturas; por él que toda la clase sea para leer.

Don Camilo sintió que el Espíritu Santo descendía sobre su cuerpo, sentía que volvía la vida a ser bella. Sabía que a Andrés le gustaba la lectura, aunque lo había dudado un poco y, ahora, al escuchar las palabras de la profesora se sintió orgulloso y vio que sus esfuerzos por incentivar la lectura en su hijo no habían sido en vano. Ya más tranquilo, don Camilo se dio cuenta de lo que la profesora le había tratado de decir y su diablito interior le hizo sonreír.

- El problema que tiene Andrés -continuó la profesora- es que cuando le doy un texto para que lea en voz alta, no lo lee respetando los signos de puntuación, no hace pausas entre las oraciones y, además, a veces omite, agrega o cambia las sílabas de las palabras que va leyendo.

Don Camilo se había dado cuenta de que para la profesora el acto de leer significaba un proceso de articulación y entonación adecuadas, mientras que para él, leer significaba comprender el texto. (continúará)

Gracias por leer


Manuel Urbina

La risa y la sonrisa en la lectura

En toda actividad académica debe darse inexorablemente la evaluación ya sea durante el proceso o al final de él. Y el objetivo final de la evaluación por ningún motivo es obtener una nota que cuantifique el aprendizaje, sino usar este referente como un instrumento que me sirva para comprobar si se están cumpliendo o se han cumplido los objetivos programados en mi sesión de clases. Si, por ejemplo, un alumno no responde a los indicadores con los que los evalúo, ello me exige moral y profesionalmente, realizar nuevas actividades académicas a fin de conseguir el objetivo. Entonces la evaluación se convierte en una gran herramienta para que todos los alumnos puedan llegar a adquirir las capacidades que exigen las competencias programadas. Los indicadores de la evaluación se obtienen generalmente a través de la interacción alumno-docente a través de pruebas escritas, diálogos, presentación de trabajos, exposiciones, etc.

En el caso de la evaluación de la lectura hay indicadores que me permitirán saber si el alumno comprende el texto en la medida de las dimensiones que me parezcan necesarias. Y uno de los mejores indicadores que me señalan que el alumno está comprendiendo el texto es esa sonrisita o los gestos particulares que hace durante la lectura. Si les permitimos (intencionalmente) expresarse con toda libertad durante la lectura, veremos cómo nuestros alumnos tienen distintas formas de manifestar esos sentimientos que genera la lectura. Evidentemente, habrá alumnos casi inexpresivos frente a la lectura y ello nos puede indicar varias cosas: no es el tema que le gusta, no tiene hábitos lectores, la motivación no ha sido la más adecuada, es su carácter, etc.

Cada alumno nos dirá mucho con sus gestos y de allí aprenderemos en la misma proporción. No hay cosa más hermosa -para mí y para muchos- que ver sonreír a un niño cuando lee. Ese acto no verbal nos dice mucho: que comprende lo que lee, que el tema es de su agrado, que disfruta de la lectura, que sus mecanismos de atención y concentración se están reforzando, que sus esquemas mentales están en proceso de organización, que es un lector potencial, que es feliz..., que Dios existe.

Gracias por leer

Manuel