En toda actividad académica debe darse inexorablemente la evaluación ya sea durante el proceso o al final de él. Y el objetivo final de la evaluación por ningún motivo es obtener una nota que cuantifique el aprendizaje, sino usar este referente como un instrumento que me sirva para comprobar si se están cumpliendo o se han cumplido los objetivos programados en mi sesión de clases. Si, por ejemplo, un alumno no responde a los indicadores con los que los evalúo, ello me exige moral y profesionalmente, realizar nuevas actividades académicas a fin de conseguir el objetivo. Entonces la evaluación se convierte en una gran herramienta para que todos los alumnos puedan llegar a adquirir las capacidades que exigen las competencias programadas. Los indicadores de la evaluación se obtienen generalmente a través de la interacción alumno-docente a través de pruebas escritas, diálogos, presentación de trabajos, exposiciones, etc.
En el caso de la evaluación de la lectura hay indicadores que me permitirán saber si el alumno comprende el texto en la medida de las dimensiones que me parezcan necesarias. Y uno de los mejores indicadores que me señalan que el alumno está comprendiendo el texto es esa sonrisita o los gestos particulares que hace durante la lectura. Si les permitimos (intencionalmente) expresarse con toda libertad durante la lectura, veremos cómo nuestros alumnos tienen distintas formas de manifestar esos sentimientos que genera la lectura. Evidentemente, habrá alumnos casi inexpresivos frente a la lectura y ello nos puede indicar varias cosas: no es el tema que le gusta, no tiene hábitos lectores, la motivación no ha sido la más adecuada, es su carácter, etc.
Cada alumno nos dirá mucho con sus gestos y de allí aprenderemos en la misma proporción. No hay cosa más hermosa -para mí y para muchos- que ver sonreír a un niño cuando lee. Ese acto no verbal nos dice mucho: que comprende lo que lee, que el tema es de su agrado, que disfruta de la lectura, que sus mecanismos de atención y concentración se están reforzando, que sus esquemas mentales están en proceso de organización, que es un lector potencial, que es feliz..., que Dios existe.
Gracias por leer
Manuel
En el caso de la evaluación de la lectura hay indicadores que me permitirán saber si el alumno comprende el texto en la medida de las dimensiones que me parezcan necesarias. Y uno de los mejores indicadores que me señalan que el alumno está comprendiendo el texto es esa sonrisita o los gestos particulares que hace durante la lectura. Si les permitimos (intencionalmente) expresarse con toda libertad durante la lectura, veremos cómo nuestros alumnos tienen distintas formas de manifestar esos sentimientos que genera la lectura. Evidentemente, habrá alumnos casi inexpresivos frente a la lectura y ello nos puede indicar varias cosas: no es el tema que le gusta, no tiene hábitos lectores, la motivación no ha sido la más adecuada, es su carácter, etc.
Cada alumno nos dirá mucho con sus gestos y de allí aprenderemos en la misma proporción. No hay cosa más hermosa -para mí y para muchos- que ver sonreír a un niño cuando lee. Ese acto no verbal nos dice mucho: que comprende lo que lee, que el tema es de su agrado, que disfruta de la lectura, que sus mecanismos de atención y concentración se están reforzando, que sus esquemas mentales están en proceso de organización, que es un lector potencial, que es feliz..., que Dios existe.
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Manuel
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