Constantemente escucho a los docentes y a otras personas, hablar sobre la degeneración de la escritura por parte de los alumnos en los programas de Internet como el Chat, el Messenger, los correos electrónicos, etc. Las quejas frecuentes se refieren a hechos como que no usan las mayúsculas en los nombres propios ni al inicio de una oración, tampoco usan los signos de puntuación adecuados ni las grafías correctas y ni hablar de las tildes en las palabras que deban llevarlas. Y lo que es más grave: han abreviado las palabras de la forma más inusual de todos los tiempos, por ejemplo: en vez de escribir “te quiero mucho” solo escriben TQM, o KDT por "cuídate".
Este tema, sin duda, dará mucho qué hablar y cada uno tendrá su propia opinión sobre la base de su reflexión y su pensamiento crítico. Sobre la base de esta línea quisiera dar mi humilde opinión y compartirla con ustedes.
Hoy en día la Internet se ha convertido en el medio de comunicación más rápido del planeta, tanto es así que desde nuestra ciudad de Lima podemos mandar un correo electrónico a Tokio en cuestión de segundos, o a través del Messenger podemos hablar con la otra persona usando una pequeña cámara. Podemos conseguir información en segundos sobre miles de temas y, por esta razón inobjetable hemos creado la era de la rapidez y los muchachos lo único que han hecho es sintonizar y adaptarse al ritmo de Internet.
Hay puristas de la lengua castellana que, con todo respeto, piensan que el mundo se va a acabar por esta nueva forma de escribir de los muchachos y hacen apocalípticas profecías sobre el destino de la humanidad. Pero no es para tanto, total si los chicos escriben como escriben (con miles de errores) es porque pueden entenderse, es decir, está garantizada la transmisión del mensaje entre el emisor y al receptor a través del canal informático. El código -la escritura con miles de errores- les permite realizar la codificación y la descodificación sin ningún problema. Entonces podemos ver que la ortografía de la escritura y sus reglas de tildación y puntuación no eran la base fundamental para escribir y quizá por ello, antes, mucha gente no tenía ganas de escribir como lo hacen hoy millones en el mundo.
En el inglés no se usa la tilde y eso que tienen palabras agudas, graves y esdrújulas, aunque la mayoría de los términos son graves y pueden estar en función distintiva; no se usan los signos de inicio en las interrogaciones y exclamaciones “¡” , “¿” como sí se obliga en el castellano. Quizá sería tiempo de escuchar a Gabriel García Márquez cuando habla de que ya es hora de jubilar la ortografía.
Otro aspecto que también me genera mucha gracia es que los lingüistas se han olvidado de uno de los principios más frecuentes en cualquier lengua y es el “principio de la economía del lenguaje”. Por este principio hoy decimos “no” frente al “non” de la época medieval o “hacer” por “facer”. Si digo “non” articulo tres fonos, mientras que cuando digo “no” solo articulo dos, o cuando digo “hacer” articulo cuatro fonos (la hache ya no se articula, aunque se escriba) mientras que en “facer” había que articular cinco fonos. El principio de la economía del lenguaje ha permitido que la palabra “cinematógrafo” se reduzca a “cinema” y esta en “cine”; lo mismo pasó con “motocicleta” ya que hoy decimos solamente “moto” y se escuchan voces como “bici”, “depa”, “fono”, “tele”, etc. No nos alarmemos entonces por el amor de Dios…
¿El castellano puede cambiar?, pero por supuesto. Toda lengua cambia en el tiempo y ello no necesariamente significa su extinción, no olvidemos que Ferdinand de Saussure considerado el Padre de la Lingüística Moderna hablaba de la Mutabilidad (cambios) del signo lingüístico y de la Inmutabilidad en un período determinado. En conclusión nada es nuevo respecto a esta forma de escribir en los chicos de hoy. Nuestra lengua tiene sus propios reguladores que pueden controlar esta situación.
Si les decimos a nuestros alumnos que está muy mal la forma como escriben, peor lo van a hacer porque ellos consideran que no los comprendemos (su ignorada economía del lenguaje) y tienen razón. Entonces, podríamos empezar dándoles la razón, que en realidad la tienen, y sintonizar con ellos (además quién de ustedes, adultos, usa la escritura estándar cuando accede a internet) y desde allí podríamos hablar, y ser escuchados, sobre los niveles de la lengua y sus variantes. Si trato de entender a mis alumnos, ellos, por correspondencia, van a tratar también de comprendernos. Total, ¿acaso educar no es una forma de comprensión mutua?
Nuestro rol de docentes nos debe llevar a promoción de la lectura de textos adecuados a la edad de nuestros alumnos, es decir, debemos seleccionar los textos que mejor respondan a sus inquietudes y gustos propios de sus edades. Que se identifiquen con esos temas recurrentes de su vida cotidiana y, si fuera posible, practicar una escritura creativa que esté centrado más en el tema que en aspectos gramaticales que es una de las razones más fuertes que los hace desistir cuando quieren escribir. Escribir como mandan las reglas -lo ideal- ha de llegar en su momento, pero no cuando recién empiezan y más aún si no se les ha enseñado usando una pedagogía vivencial y con criterios mínimos o sentido común.
Compartir con ellos momentos de lectura y como docentes ser ejemplos de lectores naturales para que nuestras acciones sean modelos a seguir (nadie creerá en nuestras palabras si no actuamos). Démosle ese libro que tanto están esperando y a partir de ello, los mecanismos de autorregulación de la escritura se darán en forma progresiva y, entonces, el lenguaje de Internet será solo eso un lenguaje para acceder a ella y después todo volverá a ser como tenía que ser.
Gracias por leer
Manuel Urbina
prolector@hotmail.com