Si voy a leer un texto argumentativo necesito, obligatoriamente, contar con herramientas de apoyo, pues de lo contrario prefiero no leer y realizar otra actividad o, simplemente, descansar. No es lo mismo leer un texto narrativo (una novela, un cuento, un mito, una fábula, etc.) que uno argumentativo (un ensayo, un artículo, una investigación, etc.), ya que existen muchas diferencias.
Podría leer una novela echado en la cama, en el sofá, en una hamaca o en cualquier lugar donde me sienta cómodo y hasta podría acompañarme por unas suaves notas musicales y algo para comer. Pero si voy a leer sobre un tema de investigación tengo que buscar una silla y una mesa, además de una buena iluminación y el menor ruido posible (aunque es inevitable) y, como dije al inicio, necesito herramientas para poder comprender el texto.
Estas herramientas, sin las cuales mejor me voy a caminar, son los plumones fosforescentes o resaltadores (mínimo dos colores), lápices o lapiceros, hojitas adherentes (pos-it). Es que leer un texto argumentativo no es nada sencillo, tenemos a un emisor (el que escribe) con mucho conocimiento sobre el tema, sin embargo, no puede usar la totalidad de esos conocimientos (fruto de muchos años de investigación) en su argumentación y supone que nosotros los receptores ya tenemos los conocimientos previos para entenderlo, pero cómo podría saber cuánto es lo que sabe el receptor, entonces si no estamos preparados podríamos perder el hilo del discurso.
Un buen lector es aquel que usa estrategias para poder llegar a comprender lo que dijo y lo que quiso decir el autor, entonces mientras leo puedo hacer lo siguiente:
Subrayar lo que me parece principal o lo que es de mi interés (con naranja o rosado), lo que es secundario o anecdótico (con verde) y lo que no marco es porque lo puedo procesar sin ningún problema o porque percibo que ello no es esencial y no vale la pena.
Sumillar o hacer un pequeñísimo resumen al margen del texto que voy leyendo; estas sumillas contienen palabras claves que me van a permitir evocar la estructura textual.
Organizar la información a través de mapas mentales, cuadros sinópticos, mapas conceptuales, etc. Lo puedo hacer en una hoja aparte o en un pos-it que lo adhiero en la misma página. Esta organización se hace más sencilla cuando se tiene la costumbre de sumillar.
Si realizo estas actividades, estoy manejando mis estrategias metacognitivas porque puedo monitorear mi proceso de comprensión, es decir, soy consciente de mis niveles de comprensión y si no comprendo como quisiera, entonces, dispongo de alternativas para autorregularme y usar otra estrategia que puede implicar la relectura del texto, la acentuación o énfasis en un párrafo determinado, darme unos minutos de descanso o dejarlo para otro momento.
Los lectores estratégicos realizan actividades antes, durante y después de la lectura y, como dije, monitorean su proceso de comprensión. Un lector de este tipo “apaga” la radio o la televisión porque entiende que ello le quita concentración y atención, o no se permite comer (aunque sean bocaditos) mientras lee. Maneja su tiempo de lectura (hace pausas cada cierto tiempo). Es consciente de lo que está realizando, incluso si tiene algún problema personal o familiar busca darle primero solución a ello antes que seguir leyendo.
Sé que nadie se vuelve lector estratégico de la noche a la mañana, sin embargo, si usted, amigo lector, fomenta entre sus alumnos el uso de los resaltadores ya sea en los libros de texto o en sus mismos cuadernos estará haciendo ya bastante. Indíquele el uso del naranja o rosado para lo que él “cree” que es lo importante y el amarillo para lo que “considera” secundario. No lo condene si no marcó lo que tenía que marcar, le recomiendo que lo más importante en esta etapa es darle la libertad de marcar según sus propias consideraciones, luego verá que ellos mismos se van dando cuenta y solos se corrigen. Después de ello, podrá motivarlos a realizar los sumillados y a organizar su información. El proceso puede ser lento, pero después verá hermosos resultados y obtendrá muchas satisfacciones.
Bueno, por ahora los dejo… voy a buscar una gaseosa y me voy a la terraza a seguir leyendo La ladrona de libros.
Gracias por leer
Manuel Urbina
martes, 16 de septiembre de 2008
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