lunes, 14 de enero de 2008

¿EXISTE LA FÓRMULA DE LA LECTURA?


Todos los días cientos de profesores buscan la fórmula perfecta para que sus alumnos se conviertan en buenos lectores y, por defecto, en buenos alumnos.

Desgraciadamente, esa fórmula o receta no existe porque para generar las habilidades lectoras en los alumnos es, en primer lugar, requisito fundamental que el profesor sea un lector medio o avanzado, de lo contrario, estaríamos hablando de un cirujano que hace cortes juliana en una cebolla, y por tanto, un profesor de lectura mínima es más probable que en vez de ayudar a fomentar la lectura, la empeore.

En segundo lugar, el profesor tendrá que informarse permanentemente sobre el tema porque no bastará solamente contar con su intuición y su buena voluntad para crear las condiciones y actividades en fomento de la lectura. Menos mal que hoy en día, gracias a la Internet el conocimiento se ha democratizado y es sumamente sencillo encontrar miles de hojas referidas al desarrollo de las habilidades lectoras tanto para nuestros alumnos como para nosotros mismo. Pueden entrar a cualquier buscador (Google, Yahoo, Altavista, etc.) y escribir frases como: COMPRENSIÓN LECTORA, LECTURA INFANTIL, ANIMACIÓN LECTORA, CONSEJOS PARA CREAR LECTORES, LECTURA Y COMPRENSIÓN, etc., e inmediatamente tendrán información muy buena, actualizada y a costo cero. No está demás decir que hay seminarios, congresos, maestrías, etc., sobre el tema.

En tercer lugar, si se han dado las condiciones anteriores, solo se requiere de mucha imaginación y harta creatividad para fomentar las actividades directas o indirectas que van a fomentar el hábito y el gusto por la lectura.

Entonces comprenderemos que recetas como “léele a tu hijos un cuento por las noches” o “si te ven leer ellos también van a leer” no son la solución para crear niños lectores. Leer y desarrollar el hábito por la lectura no dependen de estas recetitas que muchos se atreven a repetir y a propalarlas como la fórmula mágica. Leer es un acto complejo en donde van a intervenir cientos de condiciones para formar alumnos lectores. Aquí tenemos “solo algunas” de ellas y las demás, como señalé anteriormente, dependerán de su capacidad imaginativa y creativa:

1. Destinar un presupuesto mensual -por mínimo que sea- para la adquisición de libros infantiles y de acuerdo a la edad del niño.

2. Los cuentos clásicos como Cenicienta, El gato con botas, Caperucita roja, etc., (tan vistos en la TV) no deben ser los únicos que conformen la biblioteca. Generalmente, estos libros no despiertan interés porque ya los han visto; adquiera otros libros de cuentos que tengan ilustraciones, colores, letras grandes y que le llamen la atención.

2. Visitar -con frecuencia- bibliotecas y que los niños vean la cantidad de libros que existen y cómo los lectores lo adquieren y los leen.

3. Ir a las ferias nacionales e internacionales de libros y participar en las actividades que se presenten.

4. Dar el ejemplo de que leemos y disfrutamos, en el último de los casos al menos finjamos que nos gusta leer. Leer periódicos, revistas, cómics, etc., es una alternativa.

5. Tener paciencia porque no es fácil que el niño tome un libro y lo lea. Si al menos lo observa y lee un poquito será una muestra significativa de que nuestra labor empieza a dar frutos. No le exija ni le imponga una lectura, hágale un comentario sobre el texto y como decimos en nuestro lenguaje coloquial, “píquele el diente” y luego, comenten –amenamente- la lectura.

6. Es vital que el niño tenga su propio espacio de lectura. Se puede mandar a hacer un librero adaptado a su estatura. Si el niño mide 1.10 cm., su librero podría medir 1.40 cm. Es necesario que el niño pueda alcanzar todos los compartimientos en donde se encontrarán sus libros.

7. Los libros se colocan con la tapa frente al niño, no de lomo como los libros de los adultos. Verlos así les permitirá ver el título acompañado de los dibujos que son muy llamativos. Les despertará -en algún momento- la curiosidad y lo tomarán. Se puede colocar algunos juguetes o cosas que le interese mucho al menor.

8. Llevar a los niños -si hay la posibilidad- a los cursos-talleres de lectura en donde se les enseña técnicas y hábitos de lectura. El conocer a otros niños que leen y disfrutan de la lectura es una gran motivación y estímulo.

9. Pedir los consejos de un especialista en lectura tanto para la adquisición de nuevos textos, como para la elaboración y planificación de diferentes actividades.

10. Ir al colegio del niño y pedir información sobre las actividades exclusivamente lectoras que se está haciendo o se hará. Si el colegio de su niño no tiene -a la vista de todos- una biblioteca especializada infantil, siquiera con 50 títulos diferentes, tenga presente que allí su hijo no desarrollará el hábito lector.

11. La Iliada, La Odisea, La divina Comedia, Crimen y Castigo, Los Miserables, Romeo y Julieta, El Quijote de la Mancha, etc., son libros maravillosos y transcendentales, pero NO son adecuados para un niño. Es como si a su hijo pequeño, en vez de darle una bicicleta con sus dos llantitas de soporte le diera un camión de dieciséis ruedas.

A usted, amigo lector, le corresponde crear las otras actividades y verá que no son difíciles: use su imaginación. A propósito de esto, encontré una actividad muy ingeniosa que contribuye a fomentar la lectura:

Yo propongo a los profesores que en vez de poner cada día la fecha en la pizarra escriban un poema o un fragmento de una poesía. No obligas a que los alumnos lo lean pero lo leerán y les irá llegando”

(Emili Teixidor, diario El País).

Bueno, deseo que no me tomen a mal, pero eso de las fórmulas lectoras es una gran necedad que muy fácil se puede tumbar. Ser buenos lectores implica la inversión de tiempo, dinero y estudio. Empecemos por nosotros mismos y, por añadidura, nuestros alumnos desarrollarán sus habilidades lectoras.

Gracias por leer

Manuel Urbina

prolector@hotmail.com

No hay comentarios: