El ogro Tom salió muy temprano de su casa en busca de algo delicioso para su desayuno. Recogió el fruto fresco de los árboles y bebió muchos litros de las aguas más deliciosas que brotaban de las fuentes del bosque.
Tom medía cerca de tres metros y a pesar de tener un rostro aterrador era la criatura más buena del bosque. Las aves lo conocían y apenas lo veían le silbaban las más bellas canciones y él les regalaba semillas de diferentes plantitas que siempre llevaba en los bolsillos de sus pantalones.
Cuando llovía se le escuchaba cantar unas canciones muy tristes y en un idioma que nadie conocía, luego cuando escampaba permanecía en silencio hasta que se dormía.
Un día mientras llovía, una pequeña hada llamada Vorina que regresaba a su hogar, se refugió en un árbol que estaba frente a la ventana de la casa del ogro Tom y pudo escuchar los cantos tristes de la pobre criatura. Entonces, la hadita se acercó hasta la ventana y alzando la voz lo más que pudo dijo:
- ¿Quién eres, criatura del bosque, y por qué tu canto es muy triste?
En ese instante el ogro dejó de cantar y se asomó a la ventana y pudo contemplar a la hermosa hadita que se había atrevido a posarse en el marco de la ventana y observándola atentamente, le dijo:
- Hola… yo… soy… Totototom, soy Tom… el ogro del bosque…
La hadita le interrumpió y habló:
- Hola, Tom, yo soy Vorina y como llovía me refugié en ese árbol para que no se mojen mis alitas y sin querer escuché tu canto triste y quise saber qué te pasaba… ¿Te puedo ayudar?
El ogro que estaba aún nervioso e impresionado le contestó:
- Lo que pasa es que cuando llueve recuerdo el día en que la bruja Malina mató a mis padres, los reyes de Rolandia, y a mí me convirtió en esta criatura horrible que ves, ¿acaso no te doy miedo?
La hadita que lo escuchaba sorprendida, rápidamente le contestó:
- Tú no me das miedo, porque en tus ojos se refleja la bondad de tu corazón, además si fueras malo no tendrías sentimientos y no cantarías con tanto dolor aunque no se te entienda ni una sola palabra, pero ¿podría venir por las mañanas para conversar contigo?, dicen que conversar ayuda mucho. Quizá te pueda ayudar en algo. No me gusta ver sufrir a nadie.
- Claro –dijo el ogro- puedes venir cuando lo desees, además, a mí me encantaría saber muchas cosas de los pueblos que están fuera del bosque, lo único que me preocupa es la bruja Malina que viene de vez en cuando a burlarse de mí.
-No te preocupes, Tom –respondió la hadita- te prometo que regresaré.
Al día siguiente la hadita regresó y el ogro se alegró. Conversaron sobre muchos temas y así fueron pasando los días, ella venía y el ogro era feliz, pero un día… Malina, la bruja cruel, observó a la pareja dispareja felices y en un ataque de cólera los convirtió en grillos. Ambos saltaron y se escondieron entre los arbustos.
Desde ese día permanecían juntos y se hicieron muy buenos amigos, se cuidaban y al ser criaturas semejantes surgió el amor y eran muy felices: juntos cantaban hasta el amanecer contemplando las estrellas una a una. Ninguno de los dos extrañaba su antigua forma, ni tampoco se lamentaban de lo que les había pasado: ser así era lo mejor que les había pasado y hasta habrían deseado que jamás se rompa el hechizo.
Una tarde cuando desde una rama miraban el horizonte, vieron que la perversa bruja Malina era perseguida por un centenar de perros y unos veinte cazadores que disparaban cada vez que la bruja quería volar. Uno de los perros la embistió y le cogió las piernas; los otros animales se abalanzaron sobre el cuerpo deforme de la bruja y la descuartizaron en unos segundos.
En ese momento, se había roto el hechizo y como por arte de magia Vorina y Tom dejaron de ser grillos y volvieron a ser un hada y un ogro, pero un momento… el ogro Tom fue convirtiéndose en un apuesto príncipe y la pequeña hadita se sintió un ser muy insignificante y desapareció rápidamente, llevándose una gran pena en el corazón.
Los cazadores eran del reino de Rolandia y por fin habían vengado la muerte de los reyes, sin embargo al ver al príncipe Tom se alegraron porque estaba sano y lleno de vida, además sería el legítimo gobernante del reino de sus padres. Al día siguiente, en una gran fiesta, Tom fue proclamado como el nuevo Príncipe de Rolandia, sin embargo, no era feliz porque Vorina había regresado al mundo de las hadas.
Entonces tomo la decisión de ir por ella: la buscó durante 30 días y no la pudo encontrar; la buscó 300 días más y tampoco la encontró, entonces decidió buscarla todos los días de su vida. Esa noche, Vorina apareció escoltada por cientos de diminutas hadas, pero ya no tenía las alitas de cristal ni el tamaño de una flor: era la mujer más bella del mundo. Vorina había renunciado a su inmortalidad de hada por el amor al príncipe Tom y… qué creen que pasó después… ¡Fueron felices toda la vida!
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