lunes, 24 de diciembre de 2007

¿CUENTOS PARA ADULTOS?


Siempre pensé que los cuentos eran historias cortas sobre temas ficticios o algo reales. Los cuentos que recuerdo eran breves, sin embargo, cuando algunos de ellos los veía en la televisión me parecían más largos y más divertidos. Por eso, al leer uno sabía que pronto acabaría y tendría que empezar el siguiente aunque fuesen temas totalmente diferentes. Me compraron los cuentos de Allan Poe, pero no estaba preparado aún para entenderlos, aunque me resultó agradable ver las ilustraciones que aparecían entre sus páginas. Claro que intenté leerlo, pero -a mis nueve años- cada página estaba llena de una serie de datos y descripciones que no me permitían llegar al tema principal, lo cual me desanimaba seguir leyendo (al acabar la secundaria leí El Gato Negro, y fue uno de los cuentos de terror que más me cautivó).

Años después descubrí que sí había cuentos más extensos e igual de fantásticos e interesantes como los que había conocido. Los "Cuentos de la Selva" de Horacio Quiroga fueron experiencias muy ricas y en ellos pude encontrar, conocer y respetar a los animales; las fábulas que había leído antes con mucho interés me parecieron insignificantes.

Hoy, la gran mayoría de los niños y adolescentes peruanos no lee y una de las múltiples causas se debe a la inexistencia de un programa nacional de libros infantiles y juveniles que estén dirigidos a la edad o competencia lectora del alumno. Existe en casi la totalidad de profesores del nivel primario la cultura de no leer libros infantiles de tal manera -esto es de ripley- que los principales promotores de la lectura para niños son analfabetos literarios. Los grandes cuentos de la literatura infantil como Pinocho, La Cenicienta, Blancanieves y los siete enanos, El gato con botas, La Bella Durmiente, etc., son apenas el ápice de la literatura infantil y no podemos creer que con ellos ya sean suficientes. Por otro lado, estos magníficos cuentos ya han sido llevados al cine y a la televisión por lo que resultan ser muy conocidos y ello le hace perder el encanto de lo inesperado en un cuento.

Es importante cultivar el hábito por la literatura infantil, el ser adultos no significa que hayamos perdido al niño que habita en cada uno de nosotros. Leer obras infantiles va a alegrar y entusiasmar a nuestro niño y a los niños que son nuestros alumnos. De esta manera podremos apreciar, analizar y recomendar un buen título y compartir una experiencia inolvidable.

No puedo terminar esta reflexión sin antes recomendarles unos libros extraordinariamente fantásticos con los que podremos cautivar a nuestro niño y a los niños. Se trata de las obras de Roald Dahl, y si no las han leído, prepárense para disfrutar:
Los Cretinos
Superzorro
James y el melocotón gigante
El dedo mágico
La maravillosa medicina de Jorge
El gran gigante bonachón
Las brujas
Charlie y la fábrica de chocolates
Matilda

Gracias por leer

Manuel Urbina
prolector@hotmail.com

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