lunes, 3 de diciembre de 2007

¿QUIÉN SE LLEVÓ MI LIBRO? VI El inicio

Allí estaba Antonio, un viejo ratón de biblioteca, mirando tiernamente a su sobrino Lucas. La última vez que lo había visto había sido cuando el ratoncito había cumplido los seis años; ahora Lucas estaba hecho todo un jovencito.

El tío Antonio había recorrido la mayoría de los pueblos latinoamericanos, visitando las bibliotecas principales de cada ciudad. Sabía mucho sobre el problema de la falta de hábitos y técnicas de lectura; había constatado que cada día la gente se alejaba más de las bibliotecas, no porque faltasen libros, sino más bien porque les resultaba difícil y fastidioso leer durante horas y horas para comprender tan poco.

Lucas miró al tío Antonio y poco a poco lo fue reconociendo. En esos cinco años ambos habían cambiado, aunque su tío no tanto. No recordaba claramente algunas cosas, pero sentía un enorme cariño por él, sentía que el tío Antonio sí lo podía ayudar.

- Leer es fácil y divertido cuando conoces mínimas técnicas de lectura, y yo te las voy a enseñar en unos cuantos minutos, siempre y cuando tú quieras conocerlas, ya verás qué fácil es leer- volvió a decir el viejo ratón y continuó:

- He recibido tus cartas y qué bueno que hayas sido sincero al reconocer que tienes problemas para llegar a comprender los textos. Te aseguro que muy pronto habrás cambiado de opinión y verás que la lectura es una actividad tan fácil como pintar, correr o comer. Verás cómo al aprender técnicas de lectura, cambiarán tus ideas sobre el colegio y tus profesores ya que lo querrás más, mejorará tu autoestima y tus relaciones con las personas que te rodean mejorarán notablemente. No es necesario mucho tiempo para que conozcas estas técnicas y puedas disfrutar de los diferentes tipos de lectura.

Si estas palabras hubiesen sido dichas por otra persona, no hubieran tenido el efecto tranquilizante que sintió Lucas. Si su tío Antonio las decía era porque efectivamente así debía ser, él no podía equivocarse. Además, en casa, siempre se decían muchas cosas buenas sobre él. Sus días de temor estaban a punto de terminar.

El tío Antonio estaba a punto de compartir sus conocimientos sobre el problema de la lectura que afectaba a millones de estudiantes. Sabía que en países como Holanda, Finlandia, Alemania, Francia, Gran Bretaña, el nivel de lectura era alto; en Holanda, por ejemplo, el promedio de libros leídos al año podía ascender a unos veinte. Los españoles estaban muy preocupados porque a pesar de tener una historia tan rica en la literatura universal aparecían entre los últimos países lectores de Europa.

Uno de los niveles más bajo de lectura está en Latinoamérica con un promedio de uno a dos libros por persona al año, salvo Cuba y ... Argentina que son dos países con un promedio muy alto en lectura.

En la mayoría de los países latinoamericanos la lectura se encuentra en una crisis tan grande y ello se ve reflejado en el bajo nivel educativo. En una encuesta –el año 2005- sobre las mejores universidades del mundo, no aparecía ni una sola universidad latinoamericana. Qué vergüenza y qué triste realidad teniendo en cuenta que la función más importante de las universidades en cualquier parte del mundo es la investigación científica.

Muchas cosas había aprendido Antonio sobre la lectura en esos últimos años. Ahora tenía la oportunidad de ayudar a su sobrino Lucas a convertirse en un buen lector.

-Bien manos a la obra, es hora de aprender nuevas técnica de lectura, vayamos a tu mesa de trabajo- dijo muy seguro el viejo ratón.

-Lo primero que debes aprender, por insignificante que te parezca, es adoptar una correcta postura para leer. Tu espalda nunca deberá tocar el respaldar de la silla, deberá estar a unos cinco o diez centímetros de ella. Cuando uno se apoya en el respaldar, el cuerpo tiene la tendencia a ir acomodándose paulatinamente hasta encontrar una postura de descanso lo cual es interpretado por el cerebro como un acto intrascendente, es decir, el cerebro asume que la actividad que se está realizando –el acto de leer- no es importante. En consecuencia los mecanismos de atención y concentración decrecen y el estudiante pierde el interés por continuar con la lectura. Por lo tanto, querido Lucas, una buena lectura será en la postura de atención y no en la de descanso.

Lucas escuchaba atentamente las indicaciones de su tío y pudo comprender la razón por la que sus padres, sentados cómodamente, a los pocos minutos de ver una película, caían en un profundo sueño.

- También debes saber que tu espalda deberá estar recta, ligeramente inclinada hacia adelante, tus pies deben descansar firmes en el suelo. Si arqueas la espalda te vendrán dolores cervicales; si te apoyas en uno de los brazos y te inclinas hacia la derecha o hacia la izquierda, ocurrirá que la circulación no será fluida en esa zona y al no llegar abundante oxígeno a tu cerebro, empezarás a bostezar y serás víctima de un aburrimiento total.

Nunca antes había pensado el ratoncito Lucas que la postura era tan importante, sin embargo, pensó que iba a ser difícil adoptar esa posición todo el tiempo. Audazmente, preguntó:

- Tío, ¿qué pasa con las personas que leen echados en la cama o en los sillones?, yo he visto que muchas personas leen así, incluyendo a mi papá. (CONTINUARÁ...)

Gracias por leer


Manuel Urbina
prolector@hotmail.com

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