martes, 11 de diciembre de 2007

¿QUIÉN SE LLEVÓ MI LIBRO? III

Los padres de Lucas estaban muy contentos con el entusiasmo del niño y felicitaron al responsable de este hecho. Mientras Lucas dormía la siesta, Antonio se dirigió a ellos y en un tono amistoso y conciliador les dijo:

-Hacer que nuestros hijos sean buenos lectores depende fundamentalmente de los padres. Somos nosotros los que tenemos que empezar a enseñarles con el ejemplo; si nuestros hijos no nos ven leer, no querrán leer. Aunque sea hay que fingir, en el último de los casos, que nos interesan los libros y que los estamos leyendo. Tenemos que dedicar un presupuesto, por más mínimo que sea, para la compra de libros y textos adecuados para las edades de ellos. Tenemos que estar pendiente de lo que pasa en sus colegios, debemos conversar con las autoridades del plantel y exigir un plan lector que implique una biblioteca moderna con libros infantiles por edades, maestros capacitados en comprensión lectora.

Está demostrado que cuando los padres se interesan por un plan lector, los directores y promotores de los colegios hacen algo. En el Perú, y me da mucha pena decirlo, el 74% de los alumnos del nivel primario no comprende lo que lee. Esto es el resultado de una encuesta que realizó el Ministerio de Educación, el año 2005, a setenta mil estudiantes de aproximadamente 1500 colegios nacionales y particulares. Esto nos habla del divorcio que existe entre los colegios y los padres de estos muchachos. Hay colegios que prohíben la entrada a los padres aduciendo “razones estrictamente personales” y, por otra parte, hay padres que aceptan estas decisiones. El rol de los padres es ver qué es lo que están haciendo sus hijos en la escuela y cuando se detecta que algo no está bien tenemos que buscar el diálogo con la dirección y plantear el problema para darle una solución. Hay colegios en donde se cometen unas barbaridades que van en contra de nuestros hijos. Por ejemplo, a un niño que tiene 12 años le mandan a leer El Quijote de La Mancha, aduciendo que es una excelente obra. Nadie puede negar de la calidad y belleza de esta obra, pero no está destinada para niños porque ellos aún no tienen la suficiente competencia lingüística como para entender los giros y modismos propios de aquella época. Cómo pretenden hacerles leer un texto que corresponde al habla de hace cuatro siglos, y para remate tienen que buscar el tema principal, el tema secundario, ubicación, descripción de cada uno de los personajes y una serie de preguntas frustrantes. Al respecto Gabriel García Márquez dice: “Tengo un gran respeto y cariño por los maestro, y por eso me duele que ellos también sean víctimas de un sistema de enseñanza que los induce a decir tonterías. Un curso de literatura no debería ser mucho más que una buena guía de lecturas. Cualquier otra pretensión no sirve para nada más que asustar a los niños”. Por eso que el alumno empieza a odiar la lectura y nace un resentimiento justificado hacia ella.

Por otro lado, tenemos que conversar mucho con nuestros hijos sobre la importancia de la lectura y elaborar un plan de trabajo, pero ante todo el plan lector tiene que empezar en casa. Yo les recomiendo que dediquen solo treinta minutos del día para que en ese lapso se tome un libro, una revista, un cuento, un periódico, etc. La lectura podrá ser colectiva y con un espacio para comentarla o ser estrictamente personal. En ese lapso deberemos apagar televisores, radios y cualquier otro medio distractivo, excepto el teléfono. Estos treinta minutos, al final, se convierten en el momento más esperado del día y los beneficios que se obtienen a corto plazo son tan maravillosos. Por eso se dice que la lectura fortalece los lazos familiares, indiscutiblemente, porque mejora la comunicación.

Los padres de Lucas escuchaban atentamente y comprendieron que el rol de los padres era determinante para el desarrollo de las habilidades lectoras.

-Un niño que no entiende lo que lee tiene una visión negativa de la escuela; tiene una autoestima baja que se refleja en su participación casi nula en el aula. Estos niños no se atreven a decir públicamente lo que piensan, incluso conociendo el tema no son capaces de manifestarse porque creen que podrían estar equivocados y no quieren quedar mal ante el grupo. Un niño que no entiende lo que lee no desea participar en otros cursos o talleres que impliquen el acto de leer; todo aquello que tenga palabras es malo. Para ellos el colegio es el lugar equivocado adonde se va más por obligación que por motivación propia.

La importancia de la lectura es trascendental en el desarrollo de la persona, de ello depende su éxito en los estudios sea cual fuere la carrera o profesión que se elija. No se olviden que la diferencia entre un buen estudiante y uno que no lo es todavía es su capacidad de lectura. (CONTINUARÁ...)

Gracias por leer

Manuel Urbina

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bien me gustó como se promociona la lectura mediante esta historia